El pasado 6 de mayo se celebró en Puntagorda la presentación de mi primera novela "Irene. El último aliento".
Al respecto, quería hablar un poco acerca de cómo fue mi experiencia y cómo viví uno de los días más importantes de mi vida. Fue un momento en el que se cumplió la máxima de "la realidad siempre supera a la ficción".
La verdad es que estoy muy contento con la forma en que todo el ayuntamiento organizó el evento. Tuvo lugar en el escenario dentro de la carpa del Mercadillo. Tengo que agradecer mucho a mi amigo José Carlos, a mi hermana Alba, a Miguel (dueño de la librería El Estudiante) y al resto del equipo del ayuntamiento, en especial a Danay y a Alma, para que todo saliera a pedir de boca.
En la tarima me encontraba muy bien acompañado. A mi izquierda estaba Vicente, el alcalde. Es una persona a la que aprecio mucho y con la que he tenido una estrecha relación, ya que cuando era pequeño nuestras familias veraneaban juntas. La introducción estuvo a la altura de su experiencia política, como el alcalde del pueblo, Vicente Rodríguez Lorenzo. Manifestó su apoyo al talento literario que apuesta por colocar al municipio en la posición que le corresponde, y cómo el pueblo tiene un talento innato que poco a poco va floreciendo y dando sus frutos.
A mi derecha se encontraba el valedor de este proyecto y gran amigo, Ricardo Hernández Bravo. Actualmente es uno de los más grandes autores que representan a Canarias. Ya lo he dicho antes, sin él jamás hubiera existido Irene. Solo me dio en 4º de la ESO, pero su pasión por la literatura y la poesía caló bastante en mí. Encontró tierra fértil donde podía crecer algo. Con la elocuencia que siempre lo ha caracterizado, resaltó una cosa curiosa, la tradición literaria del pueblo, con la figura del pariente Adrián Candelario. Luego se internó en la obra, mencionando su originalidad, la capacidad de fusión de estilos y elementos tanto reales como fantásticos, y cómo es una novela que te atrapa desde el primer minuto, además de su gran componente canario, que coloca al archipiélago, Puntagorda y el mundo rural en un primer plano, dándoles el valor que les corresponde.
El tercer turno me tocó a mí. He de confesar (raro sería que no lo notaran) que estaba nervioso. Me encontré en un punto en el que no sabía qué decir, puesto que Vicente y Ricardo ya habían hablado majestuosamente tanto de la obra como de la persona que la escribió. Así, gracias a las preguntas de mi antiguo profesor, pude arrancar y hablar de aspectos como la creación de la obra, el protagonista, mi objetivo de dar a conocer un poco más la historia aborigen de mi pueblo y de mi isla, entre otras cosas.
Cuando terminé de hablar, llegó la participación del público, donde mi amigo José Carlos me preguntó acerca de algunas cosas que les gustaron y también de aquellas que no. Mencionó que Ramón (el protagonista de la novela) para la segunda edición estuviera cojo (de la gente que ya ha terminado el libro, es el personaje que más cariño les ha generado).
Una cosa que me emocionó mucho, probablemente lo que más, fue ver a mis padres llorando de emoción. Me conmovió mucho ver su cara de orgullo. Estoy muy contento de haberme convertido en eso, en un hijo del que estar orgulloso. A fin de cuentas, todos aspiramos a eso. También es verdad que la buena madera solo puede salir de los buenos árboles. Gracias mamá, gracias papá. Les quiero.
Luego de eso, me tocó la firma y venta de libros. Me quedé sorprendido y, a la vez, exhausto. Valoren a sus escritores favoritos a la hora de que les firmen su libro. El hecho de que coincidiera con la Transvulcania hizo que no pudiera asistir mucha gente. Aun así, se reunieron alrededor de unas 40 personas, y no hubo ninguna que no quisiera llevarse el libro. Mil gracias, la verdad es que les debo mucho a ustedes, mis fans.
¿Qué me llevo de este evento? Ante todo, un muy buen sabor de boca. La recepción, el aprecio, el interés, un gran recuerdo de vida, una tarde que jamás olvidaré. También, y esto lo digo más en calidad de coach, con orgullo. Orgulloso de atreverme a mostrarme al mundo de una forma tan íntima, orgulloso del trabajo invertido, orgulloso de vencer todos los miedos y las inseguridades detrás de este proyecto. Por eso creo que la única lección que puedo dejar es la misma que René, el de Calle 13:
¡ATRÉVETE!
No es broma, da igual. Lucha por tus sueños. Si no tienes ninguno, pues lucha por tener uno. Da igual. En serio. Bueno, también es verdad que no hay que olvidarse del componente de tener los pies en la tierra. Todo no se puede, pero también es verdad que si no lo intentas o no buscas solución, no va a salir nada.
Como sé que ya estarán hartos de mí, dejo por aquí un par de fotos del evento y el video, que lo pueden ver entero aquí.
De nuevo, muchas gracias.
Les quiere,
Alberto Candelario Brito.
Presentación del Libro "Irene. El último aliento". En Puntagorda.
Alberto Candelario Brito
albertocb.contacto@gmail.com
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